Por: Andrés Fernando Gómez Pertuz *
Los viejos fantasmas plagan las ciudades,
entre más antiguas son mayormente infectadas por estos entes.
En las ciudades con el vestigio colonial no queda si no la sangre seca y el sufrimiento de quienes ayudaron a construirlas.
Son las obras de los muertos el esqueleto sobre el que reposan las huestes de vivos que sufren, las ciudades en general no son más que depositarias, de un sistema parasitario hacia el campo.
vivir y morir entre fantasmas, es algo que al citadino se le da muy bien, entre las nuevas y viejas edificaciones que en algún momento no serán más que ruinas, se agolpan las historias de desconocidos predecesores, de algunos escuchamos sus ecos, de otros no queda ni el testimonio.
Un lugar en el que se hace necesario plantar la bandera, y así afirmar la derrota al bando perdedor, demostrándoles que pueden profanar su campo santo.
Popayán está fundida en el destierro del indio, la dominación del negro obligado a trabajar hasta morir, y por último, la falsa grandeza del blanco, que más que blanco, no es mas que un desterrado peninsular cuya lúgubre suerte de pobreza y servidumbre en España, condiciono su penoso viaje hasta los confines del mundo conocido.
Ciudad ruinosa, cárcel de los vivos.
*Antropólogo de la Universidad del Magdalena y paisano de Gabriel García Márquez
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