A propósito de la marcha convocada por el presidente Petro el 18 de marzo
Por: Andrés Fernando Gómez Pertuz
Existe
un hecho que la gran mayoría del
progresismo quiere negar, estamos en un conflicto social más allá de la
guerra de grupos armados y sucesivas guerras civiles, que hemos experimentado a
través de la historia en esta creación social llamada “Colombia”, el hecho es
el siguiente; ante las constantes sugerencias del nuevo presidente y los pocos
de su bancada que lo acompañan, de mejorar así sea mínimamente las condiciones
laborales y de vida de las poblaciones históricamente marginadas y del
ciudadano de a pie en general, los tradicionales partidos, los gremios
empresariales y los terratenientes de toda la vida salen a decir de la manera
más beligerante posible que reconocer la humanidad y dignidad del excluido,
“destruirá el mercado y afectará los negocios y la actividad empresarial”.
Esa
tendencia a que cada vez que por vías legales se llama a una reforma o mejora,
y la oligarquía Colombiana mueva a su lobby político, compre representantes,
cortes y desinforme por las grandes medio de comunicación corporativos de los
cuales son amos y señores, sólo nos constata lo siguiente: de un lado están
quienes promueven un cambio a las antiguas estructuras para darle dignidad a
quienes les es constantemente negada y en el otro bando unos antagonistas que
no quieren ningún cambio en el sistema imperante para poder mantener sus
privilegios de manera férrea.
En
los medios de comunicación y en las conversaciones en general se habla de
“polarización”, pero un Prusiano y un inglés en la europa de la revolución
industrial hace 150 años habiendo estudiado las condiciones de los trabajadores
de su época y de los marginados históricos en sociedades pasadas, llegaron a la
conclusión que el sistema económico y productivo fomenta un orden social en una
jerarquía donde unos pocos tienen los medios necesarios para producir riquezas,
mientras otros despojados de medios para la reproducción de dicha riqueza no le
queda de otra que vender su fuerza de trabajo a los primeros, y que para que
este orden de cosas suceda los primeros utilizaron la fuerza más brutal y
despiadada para someter a los últimos. Teniendo en cuenta también, que el
ejercicio de la violencia tanto física, como simbólica, es el pilar que permite
que esta dominación entre poseedores y desposeídos se mantenga.
Este
duo no son más que Carlos Marx y Friedrich Engels, que plantean que dado a ese
modo de organizar la distribución de la riqueza y los medios para producirla la
sociedad siempre está en un conflicto, entre dos clases antagónicas, que este
conflicto a veces se camufla en el discurso de los liberales sobre la
democracia y a veces el conflicto estalla y se hace plenamente visible, para
bien para mal la llegada de Petro a la presidencia no ha hecho si no constatar
que la lucha de clases existe y es real, que existen poderosos intereses que
movieron y compraron a los representantes en la cámara para hacer caer la
reforma laboral, que movieron a sus aparatos corporativos mediáticos para
mentir descaradamente de que la reforma era lesiva para el país.
En
esa caso, cabe recalcar como lo planteó el escritor y periodista Argentino
Rodolfo Walsh, que cuando la oligarquía habla de país, está realmente hablando
de su clase, de los intereses del grupo de poseedores a los cuales pertenecen,
si, la reforma laboral es lesiva al país, pero al país de los ricos, de los
explotadores, de quienes amasan fortunas exorbitantes del mal pago al empleado,
de la precarización laboral y la evasión fiscal, de quienes tienen vidas de
lujo a costa de la explotación de por lo menos el 80 por ciento de la población
nacional.
Esta
lucha de clases negada por el Progresismo y su fe constante por los medios
legales, medios que la oligarquía ha saboteado corrompido/comprado cada vez que
sus intereses se ven afectados, solo nos demuestra que para ganar la lucha de
clases o por lo menos que las reformas mínimas de Petro que no son más que
derechos básicos que una vez tuvo la clase trabajadora Colombiana, que estos no
se pueden ganar en el senado o por tutelas, que la misma oligarquía no ha
dejado otra opción que la lucha en las calles.
Una
sola golondrina no hace verano, ni un solo día de marcha por el decreto cívico nos va a dar ventaja en esta lucha de
clases, sin continuidad del proceso ese día solamente es una batalla ganada en
una guerra perdida.
Por
lo tanto parar las calles, parar los trabajos así como el aparato productivo
del cual es dueño esta oligarquía, lo cual afectará sus ganancias, es la única
forma real que tenemos para hacer presión en esta lucha que ellos ya nos
declararon y que nosotros no logramos entender a cabalidad nuestra
participación, por ende para que estas reformas lleguen, necesitamos como
mínimo el nivel de organización y violencia a los cuales se llegó en el paro
del 2021, y esta es una verdad que el progresismo está negando constantemente.
Las
organizaciones sociales parecen haber llegado a un momento de letargo esperando
si los proyectos burocráticos lanzados desde el gobierno solucionaran todo, y
el ciudadano de a pie cree que con apoyar a Petro todo se solucionara perse, y
la realidad nos está golpeando como excluidos y clase trabajadora de una manera
brutal.
Esto
tiene que ser un llamado de atención que nos indique que si bien tenemos a
alguien en la presidencia, eso de nada sirve si no nos movilizamos, dado a que
todo el aparato burocrático estatal y las fuerzas armadas y policiacas siguen
estando con la oligarquía.
Este
llamado no solo es a la crítica si no también a la movilización, movilización
de la cual adolecemos y cuyos efectos son más que notorios, ganamos una
batalla, pero como todo va encaminado perderemos la guerra.
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