martes, 25 de marzo de 2025

UNA SOLA GOLONDRINA NO HACE VERANO

 A propósito de la marcha convocada por el presidente Petro el 18 de marzo 

Por: Andrés Fernando Gómez Pertuz


Ciertamente el apoyo y movilizaciones realizadas el 18 de marzo del 2025 fueron de corte multitudinario, el día cívico declarado por el presidente Gustavo Petro podríamos clasificarlo como un éxito, ¿o tal vez no?, bien decían los estrategas antiguos y es bien conocido en el adagio popular, que “ganar una batalla, no implica ganar la guerra” lo mismo aplica para las batallas perdidas, en un ejercicio de largo aliento hasta las derrotas momentáneas son el fermento de la futura victoria.

Existe un hecho que la gran mayoría del  progresismo quiere negar, estamos en un conflicto social más allá de la guerra de grupos armados y sucesivas guerras civiles, que hemos experimentado a través de la historia en esta creación social llamada “Colombia”, el hecho es el siguiente; ante las constantes sugerencias del nuevo presidente y los pocos de su bancada que lo acompañan, de mejorar así sea mínimamente las condiciones laborales y de vida de las poblaciones históricamente marginadas y del ciudadano de a pie en general, los tradicionales partidos, los gremios empresariales y los terratenientes de toda la vida salen a decir de la manera más beligerante posible que reconocer la humanidad y dignidad del excluido, “destruirá el mercado y afectará los negocios y la actividad empresarial”.

Esa tendencia a que cada vez que por vías legales se llama a una reforma o mejora, y la oligarquía Colombiana mueva a su lobby político, compre representantes, cortes y desinforme por las grandes medio de comunicación corporativos de los cuales son amos y señores, sólo nos constata lo siguiente: de un lado están quienes promueven un cambio a las antiguas estructuras para darle dignidad a quienes les es constantemente negada y en el otro bando unos antagonistas que no quieren ningún cambio en el sistema imperante para poder mantener sus privilegios de manera férrea.

En los medios de comunicación y en las conversaciones en general se habla de “polarización”, pero un Prusiano y un inglés en la europa de la revolución industrial hace 150 años habiendo estudiado las condiciones de los trabajadores de su época y de los marginados históricos en sociedades pasadas, llegaron a la conclusión que el sistema económico y productivo fomenta un orden social en una jerarquía donde unos pocos tienen los medios necesarios para producir riquezas, mientras otros despojados de medios para la reproducción de dicha riqueza no le queda de otra que vender su fuerza de trabajo a los primeros, y que para que este orden de cosas suceda los primeros utilizaron la fuerza más brutal y despiadada para someter a los últimos. Teniendo en cuenta también, que el ejercicio de la violencia tanto física, como simbólica, es el pilar que permite que esta dominación entre poseedores y desposeídos se mantenga.

Este duo no son más que Carlos Marx y Friedrich Engels, que plantean que dado a ese modo de organizar la distribución de la riqueza y los medios para producirla la sociedad siempre está en un conflicto, entre dos clases antagónicas, que este conflicto a veces se camufla en el discurso de los liberales sobre la democracia y a veces el conflicto estalla y se hace plenamente visible, para bien para mal la llegada de Petro a la presidencia no ha hecho si no constatar que la lucha de clases existe y es real, que existen poderosos intereses que movieron y compraron a los representantes en la cámara para hacer caer la reforma laboral, que movieron a sus aparatos corporativos mediáticos para mentir descaradamente de que la reforma era lesiva para el país.

En esa caso, cabe recalcar como lo planteó el escritor y periodista Argentino Rodolfo Walsh, que cuando la oligarquía habla de país, está realmente hablando de su clase, de los intereses del grupo de poseedores a los cuales pertenecen, si, la reforma laboral es lesiva al país, pero al país de los ricos, de los explotadores, de quienes amasan fortunas exorbitantes del mal pago al empleado, de la precarización laboral y la evasión fiscal, de quienes tienen vidas de lujo a costa de la explotación de por lo menos el 80 por ciento de la población nacional.

Esta lucha de clases negada por el Progresismo y su fe constante por los medios legales, medios que la oligarquía ha saboteado corrompido/comprado cada vez que sus intereses se ven afectados, solo nos demuestra que para ganar la lucha de clases o por lo menos que las reformas mínimas de Petro que no son más que derechos básicos que una vez tuvo la clase trabajadora Colombiana, que estos no se pueden ganar en el senado o por tutelas, que la misma oligarquía no ha dejado otra opción que la lucha en las calles.

Una sola golondrina no hace verano, ni un solo día de marcha por el decreto  cívico nos va a dar ventaja en esta lucha de clases, sin continuidad del proceso ese día solamente es una batalla ganada en una guerra perdida.

Por lo tanto parar las calles, parar los trabajos así como el aparato productivo del cual es dueño esta oligarquía, lo cual afectará sus ganancias, es la única forma real que tenemos para hacer presión en esta lucha que ellos ya nos declararon y que nosotros no logramos entender a cabalidad nuestra participación, por ende para que estas reformas lleguen, necesitamos como mínimo el nivel de organización y violencia a los cuales se llegó en el paro del 2021, y esta es una verdad que el progresismo está negando constantemente.

Las organizaciones sociales parecen haber llegado a un momento de letargo esperando si los proyectos burocráticos lanzados desde el gobierno solucionaran todo, y el ciudadano de a pie cree que con apoyar a Petro todo se solucionara perse, y la realidad nos está golpeando como excluidos y clase trabajadora de una manera brutal.

Esto tiene que ser un llamado de atención que nos indique que si bien tenemos a alguien en la presidencia, eso de nada sirve si no nos movilizamos, dado a que todo el aparato burocrático estatal y las fuerzas armadas y policiacas siguen estando con la oligarquía.

Este llamado no solo es a la crítica si no también a la movilización, movilización de la cual adolecemos y cuyos efectos son más que notorios, ganamos una batalla, pero como todo va encaminado perderemos la guerra.

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